«Los maestros en Liliput dan premios a los discípulos que confiesan ingenua y sinceramente sus propios defectos, y aquellos que mejor saben razonar sobre ellos, obtienen gracias y honores.
También quieren que sean curiosos, esto es, que susciten cuestiones sobre lo que ven y oyen, castigando severamente a los que a la vista de una cosa extraordinaria o exquisita no manifiestan una correspondiente admiración y curiosidad.
Miran la historia del espíritu humano como la mejor de todas y no se esfuerzan tanto por enseñar a sus discípulos que retengan los hechos como porque sepan juzgarlos».
Viajes de Gulliver (1726),
Jonathan Swift (1667-1745).